Educación Vial, una asignatura pendiente.

Cuando hablamos de Educación Vial puede parecernos un concepto relativamente nuevo, nada más lejos de la realidad, desde que existe el hombre existe la necesidad de desplazarse y si esa existencia se realiza en sociedad, ese desplazamiento se hace más imprescindible que se realice de forma ordenada.  Se tiene conocimiento de la existencia de una manifestación ciudadana contra el transito nocturno de los carros que abastecían de víveres a la ciudad, acto que si bien puede parecernos normal si lo ubicamos en la Roma clásica nos da idea de la magnitud del problema y su antigüedad.

En tiempos más actuales, y ya en nuestro país, hemos de recordar que en 1.934 en el art.º. 7 del antiguo código de la circulación, ya se recogía la obligatoriedad de impartir enseñanzas sobre normas de circulación e instrucciones y consejos con relación al tráfico en los centros escolares.

Más recientemente, en 1.981, el M.E.C., en el documento de apoyo para la E.V. en   preescolar y la entonces E.G.B. ponía de relieve la necesidad de educar en una actividad tan natural como es el tráfico cuando decía: “la evidencia de que el comportamiento social del individuo desde su integración en las relaciones políticas y su participación en la cosa pública,  hasta la adecuada forma de conducirse en los niveles  más concretos de la vida vecinal y doméstica, ha de ser formado y educado de modo que aquel adquiera verdaderamente naturaleza de ciudadano”.

No considero necesario seguir extendiéndome en la numerosa legislación que desde todos los ámbitos, Europeo, estatal, comunitario o municipal, muestran la preocupación sobre una problemática que si bien hemos visto nos viene de antiguo no deja de encontrarse de plena actualidad.

Esta preocupación tampoco es nueva en nuestra localidad, Torrejón de Ardoz, donde ya en el curso 87/88 se realizó una primera experiencia en colaboración con la D.G.T., que dio como resultado la instauración de un programa que abarcaba toda la E.G.B., de 1º a 8º, y que llevó a dos conclusiones fundamentales:

  • La constitución del área de Educación Vial en Torrejón de Ardoz como un gabinete de estudio permanente.
  • Ampliar los objetivos del programa a otros sectores de la población.

Bajo estas premisas se inició un periodo en el que nuestra localidad fue punto de referencia en actividades de E.V., tanto a nivel escolar como en A.M.P.A., y mayores.  Es obligatorio mencionar en este aspecto la colaboración tanto por parte  de la administración, Jefatura Provincial de Tráfico, Centro Superior de Educación Vial, la Revista Tráfico como de distintas empresas de la localidad, Talleres Gª Villalvilla- Renult, Continental Auto, Mafre, Winterthur, Wella, actividades que culminaban anualmente en nuestra localidad primero con Jornadas de Educción Vial, que pasaron posteriormente a ser Semana Local de la Seguridad Vial e incluso en 1.995 se celebraron en nuestra localidad las “II Jornadas Nacionales de Educación Vial y Municipios”.

Han pasado ya 33 años desde aquellas primeras experiencias, mucho ha sido el camino recorrido, los alumnos de ayer son en muchos casos los padres de hoy, y la pregunta en este momento es: ¿Cuánto ha mejorado la educación y seguridad en nuestras calles?  Ha pasado una generación y la diferencia con el inicio del programa es que no existe una mejora apreciable en el comportamiento vial. Sin embargo, la sensibilidad actual entorno al problema ha disminuido sensiblemente, significa eso que ya no existe el problema?  Desde  mi punto de vista nada más lejos de la realidad, la movilidad del individuo se encuentra en continua evolución y hoy nos encontramos ante nuevos retos como son la contaminación atmosférica generada por los vehículos e incluso la aparición de nuevas modalidades de movilidad como son los patinetes eléctricos.

Ante esta situación. Hemos de resignarnos a considerar la Educación Vial como una asignatura pendiente en nuestra sociedad.  En 1.996 concluía una ponencia  con la pregunta: ¿En el futuro que tipo de sociedad es la que nosotros deseamos?  Y la respuesta sigue siendo la misma: depende exclusivamente de todos nosotros del escrupuloso respeto a las normas de convivencia, solo este nos permitirá avanzar en un proyecto de sociedad más solidaria, justa y segura, cuyo primer paso es nuestro compromiso personal y la colaboración de todos con todos los estamentos de la sociedad.

No,  la Educación Vial no puede ser una asignatura pendiente, muy al contrario es una asignatura de la que nos examinamos todos, todos los días,  y en la que desgraciadamente el suspenso puede significar heridos y muertos. Es por ello que la obligación de todas las administraciones es colaborar en la impartición de esta asignatura y la obligación de todos los ciudadanos es, no solo respetar las normas, sino ser también educadores de nuestros hijos y demandantes ante la administración de los recursos y medios necesarios para que la movilidad en nuestra sociedad lejos de ser un problema sea una actividad eficiente y segura.

J. Santiago Romero Martínez

 

 

 

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